Los dos hospitales tienen tasas de mortalidad infantil similares, hasta que se observa a los bebés extremadamente prematuros

Print More

Ilustración fotográfica de Shoshana Gordon/ProPublica; Fuentes de las imágenes: Shaun Griswold y Marjorie Childress/New Mexico in Depth, Ewingdo vía Wikimedia Commons y Nathan Gibbs vía Flickr

Read in English.

Nota: Este reportaje contiene la descripción de la muerte de un recién nacido.

ProPublica es un medio independiente y sin ánimo de lucro que produce periodismo de investigación en pro del interés público. Suscríbete para recibir sus historias en español por correo electrónico. New Mexico In Depth es miembro de ProPublica Local Reporting Network.

Era el cambio de turno de la mañana en el Hospital de Mujeres Lovelace de Albuquerque, Nuevo México. En la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN), las luces eran tenues, como de costumbre. La gente hablaba en la voz baja típica de la UCIN. Pero un médico que llegó supo inmediatamente que algo había salido mal.

Un “carro de parada” con equipos de reanimación estaba situado junto a una incubadora de recién nacidos, las cunas cerradas que mantienen calientes a los bebés prematuros. Las enfermeras estaban cerca con expresiones sombrías.

Fact-based, independent journalism is needed now more than ever.

La luz de la incubadora iluminaba el vientre hinchado y descolorido de un recién nacido.

“Nunca olvidaré el aspecto de ese bebé”, recordó el médico de Lovelace, que pidió no ser identificado por miedo a las represalias. “Su abdomen estaba negro y tenso y casi del tamaño de una toronja”.

El día anterior, el bebé había tenido frío y había escupido, lo cual no era particularmente inusual. “Era algo que vigilar, pero nada terriblemente mal”, dijo el clínico.

El estado del bebé había empeorado de la noche a la mañana. Ahora, estaba conectado a un respirador artificial y las contracciones de su pequeño corazón se ralentizaban. Su abdomen hinchado impidió al personal administrarle compresiones torácicas.

“No había nada que pudiéramos hacer”, añadió el clínico. “Falleció”.

El intestino del bebé había dejado de funcionar, y su sonda de alimentación quedó obstruida con alimentos no digeridos. A veces, eso es señal de una enfermedad inflamatoria de los intestinos, denominada enterocolitis necrotizante o ECN, que es una de las principales causas de muerte en los hospitales entre los bebés extremadamente prematuros.

Los problemas de estos bebés pueden convertirse en una espiral que pone en peligro su vida en cuestión de horas. No hay indicios de que en Lovelace se haya manejado indebidamente el tratamiento del bebé. Pero los bebés extremadamente prematuros murieron en el hospital con una frecuencia sorprendente, según un análisis de las estadísticas médicas del estado realizado por New Mexico In Depth y ProPublica.

Una investigación llevada a cabo durante un año por estas organizaciones de noticias descubrió que, en Lovelace, los bebés más pequeños y prematuros tenían una tasa de mortalidad casi el doble que la registrada a tan solo unas millas de distancia, en el Hospital Presbiteriano (Presbyterian Hospital), otro importante centro de maternidad y neonatología. 

New Mexico In Depth y ProPublica también descubrieron que Lovelace trasladó a más del triple de recién nacidos que el Presbyterian al Hospital de la Universidad de Nuevo México, la única UCIN regional de nivel 4 a la que se refieren y envían los recién nacidos más enfermos del estado para su atención.

En total, entre 2015 y 2019, cerca de la mitad, el 46 %, de los 84 bebés extremadamente prematuros nacidos en Lovelace, murieron en el hospital o fueron trasladados a la UNM, según los datos del Departamento de Salud y los archivos de la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales de la UNM. El 21 % de los 170 bebés extremadamente prematuros nacidos en el Presbyterian murieron, y ninguno fue trasladado a la UNM durante esos años. 

Los expertos señalaron que los hallazgos deben ser investigados.

La disparidad “debería preocupar a las familias, a la comunidad y al estado de Nuevo México”, dijo el Dr. David C. Goodman, profesor del Instituto para Políticas de Salud y Práctica Clínica de Dartmouth College. Goodman, que fue el autor principal del Atlas de Dartmouth sobre Cuidados Intensivos Neonatales (Dartmouth Atlas of Neonatal Intensive Care), publicado en septiembre de 2019, ha estudiado el historial de decenas de hospitales estadounidenses que atienden a bebés extremadamente prematuros.

Este tema también es una preocupación para los profesionales médicos de Albuquerque que atienden a estos bebés. Tres médicos del Hospital Lovelace y de la UNM que se pusieron en contacto con New Mexico In Depth y ProPublica en relación con Lovelace, expresaron su preocupación por los resultados de los bebés extremadamente prematuros y señalaron cuestiones más amplias relacionadas con su atención. Esos problemas incluían la falta de un cirujano y de otros especialistas en las mismas instalaciones, el momento de los traslados a la UNM cuando los bebés necesitaban cuidados de mayor nivel y el desacuerdo sobre la mejor manera de atender a estos frágiles recién nacidos.

Inicialmente, Lovelace y Presbyterian aceptaron compartir información detallada acerca de sus resultados neonatales con New Mexico In Depth y ProPublica, pero, al final de cuentas se negaron a proporcionar la mayor parte de lo prometido. Para investigar las preocupaciones de los médicos, las organizaciones de noticias obtuvieron datos del Departamento de Salud del estado sobre las muertes de estos recién nacidos.

Para comprender mejor la disparidad de los resultados entre los hospitales Lovelace y Presbyterian, New Mexico In Depth y ProPublica también obtuvieron los registros de ingreso y traslado del hospital de la Universidad de Nuevo México, junto con correos electrónicos y otros documentos; asimismo, entrevistaron a más de dos docenas de personas, entre ellas médicos actuales y previos de Albuquerque, miembros del equipo de transporte neonatal, funcionarios del hospital y expertos de unidades de cuidados intensivos neonatales reconocidos a nivel nacional. Los administradores de la UCIN de Lovelace y Presbyterian hablaron con las organizaciones de noticias a principios de 2020. Desde ese entonces, Lovelace no ha puesto a los administradores a disposición para que hagan comentarios. 

Lovelace rechazó cualquier comparación que se centrara sólo en los bebés extremadamente prematuros o que contrastara sus tasas de mortalidad con las del Presbyterian.

“Compararnos con un solo hospital, en contraposición a los referentes nacionales, es erróneo y no constituye una base adecuada para sacar conclusiones generales”, escribió en un correo electrónico la vicepresidenta de marketing de Lovelace, Serena Pettes. 

Pettes dijo que las organizaciones de noticias estaban “buscando socavar la calidad de nuestra atención” a través de una “mala interpretación de las estadísticas”. Cuando se le preguntó cómo se habían malinterpretado los datos del hospital, no respondió.

Tres expertos comentaron a New Mexico In Depth y a ProPublica que es motivo de preocupación cuando los hospitales neonatales de nivel 3, una designación que abarca tanto a Lovelace como a Presbyterian, tienen tasas de muerte y de traslado más altas que las de instalaciones vecinas. Añadieron que, sin acceso a los historiales de los pacientes, las cifras de los hospitales vecinos eran el mejor indicador para medir los resultados.

“Siempre que un hospital atiende un gran número de bebés pequeños que tiene que enviar fuera, o que mueren antes de poder enviarlos, hay que preguntarse si las madres dan a luz en el lugar adecuado”, afirma el Dr. Jeffrey B. Gould, profesor de pediatría de la Universidad de Stanford. Pionero en la mejora de la calidad de las UCIN, Gould es cofundador y director ejecutivo de la California Perinatal Quality Care Collaborative. 

Además, la escasa supervisión estatal y la falta de transparencia de los hospitales en cuanto a los resultados limitan gravemente la capacidad del público para conocer la calidad del servicio que prestan los hospitales a esta población vulnerable. La laxitud de la normativa estatal contrasta con la de otros estados, como Texas y California, los cuales obligan a llevar a cabo inspecciones periódicas de los hospitales de cuidados intensivos neonatales y a analizar los resultados de los recién nacidos. 

El clínico de Lovelace que presenció la muerte del bebé dijo que la falta de supervisión en Nuevo México es una de las razones por las que las familias desconocen los resultados de los bebés extremadamente prematuros en el hospital. Otro factor es la cultura de silencio que obra en el hospital cuando algo sale mal: “Ni siquiera hablamos de ello dentro de la UCIN, pero, sobre todo, tampoco con los padres”.

Ilustración fotográfica de Shoshana Gordon/ProPublica; Fuentes de las imágenes: FrankGuido vía Flickr y Marjorie Childress/New Mexico In Depth

Comparación de Lovelace y Presbyterian

En Lovelace nacieron unos 2,700 bebés en 2019; en el cercano Presbyterian nacieron unos 3 mil lo que convierte a esos dos hospitales en los mayores centros de maternidad del estado. También son los únicos hospitales de cuidados intensivos neonatales de nivel 3 del estado, según el Departamento de Salud de Nuevo México. Juntos, dieron a luz al 28 % de los bebés nacidos en todo el estado entre 2010 y 2019, y al 37 % de los bebés extremadamente prematuros a nivel estatal. 

“Si su embarazo entra en la categoría de alto riesgo, puede estar segura de que recibirá la mejor atención médica disponible en cualquier lugar de la región”, afirma un anuncio de Lovelace.

Las organizaciones de noticias encontraron que, en general, el Lovelace y el Presbyterian tenían tasas de mortalidad neonatal similares, excepto cuando se trataba de los recién nacidos más pequeños y prematuros.

Los bebés que pesan menos de un kilo al nacer se denominan de peso extremadamente bajo, mientras que los que nacen antes de las 28 semanas de embarazo se denominan extremadamente prematuros. Aunque la mayoría de los bebés extremadamente prematuros son también bebés de muy bajo peso al nacer, no siempre es así. Para tener en cuenta a todos estos bebés vulnerables, las organizaciones de noticias evaluaron las tasas de mortalidad utilizando tanto el peso al nacer como la edad gestacional.

Entre 2015 y 2019, el 34 % de los 88 bebés de Lovelace con peso extremadamente bajo al nacer murieron, en comparación con el 17 % de los 197 de Presbyterian, según el análisis de New Mexico in Depth y ProPublica que comparó los datos de las actas de nacimiento y defunción de ambos hospitales. Los cálculos excluyeron a los bebés que nacieron en otro lugar y fueron trasladados a Lovelace o Presbyterian, y a los bebés que nacieron con un peso de menos de 350 gramos, que no se consideran viables. 

El análisis también encontró una disparidad en la tasa de mortalidad cuando se calcula por edad gestacional, en lugar de por peso al nacer. La tasa de mortalidad de los bebés extremadamente prematuros del hospital Lovelace fue del 36 %, frente al 21 % del Presbyterian.

“Las diferencias son significativas”, dijo Goodman sobre las tasas de mortalidad de los hospitales. “No son diferencias leves. Se trata de grandes disparidades”.

“La tasa del 36 % es mucho más de lo que se espera para este grupo de edad gestacional”, indicó Goodman. “Plantea la cuestión de si la atención prestada satisface las necesidades de los pacientes recién nacidos”.

En los archivos de la Universidad de Nuevo México, las organizaciones de noticias también descubrieron que, entre 2015 y 2019, Lovelace transfirió a 66 bebés, tanto a término como prematuros, a la UCIN de nivel 4, mientras que Presbyterian envió 17 bebés, ninguno de ellos prematuro. 

“Tiemblo cada vez que tenemos a un bebé pequeñito. Tenemos un historial terrible con ellos”, dijo el médico de Lovelace que estaba presente cuando murió el bebé.

Otro médico de la UCIN de Lovelace expresó una preocupación similar sobre los resultados de los bebés extremadamente prematuros, tanto en la sala de partos como en la UCIN.

“Sólo tienen políticas rudimentarias para los microprematuros, y no tan completas como las que he visto en otros hospitales”, dijo el segundo clínico del Lovelace. (Una copia de las directrices de atención a bebés de la UCIN de Lovelace, revisada por las organizaciones de noticias y fechada el 1 de febrero de 2017, menciona brevemente el cuidado de los bebés extremadamente prematuros y de muy bajo peso al nacer en las secciones relacionadas con la proporción de enfermeras por paciente, la termorregulación y la pérdida de agua, el cuidado de la piel y la posición del cuerpo).

Los médicos fueron dos de los ocho proveedores de atención de Lovelace, actuales y anteriores, que hablaron con New Mexico In Depth y ProPublica acerca de la atención de los recién nacidos en el centro, con la condición de permanecer en el anonimato porque hablar públicamente podría perjudicar su empleo dentro de la pequeña comunidad médica de Nuevo México. No todos ellos criticaron al hospital.

“Es una unidad bien administrada”, dijo un antiguo médico de Lovelace acerca de la UCIN. “Yo no dudaría en tener a mi propio hijo en esa unidad”.

Pettes se negó a responder a las preocupaciones de los médicos y criticó la decisión de las organizaciones de noticias de concederles el anonimato. “No podemos responder a fuentes anónimas”, escribió en un correo electrónico, y calificó los comentarios de los médicos como “opiniones y no hechos”.

Los hospitales de la UCIN de Nuevo México se enfrentan a un escaso escrutinio normativo

La Academia Americana de Pediatría define los hospitales con UCIN de nivel 3 como instalaciones equipadas para atender a bebés de alto riesgo. A diferencia de las salas de recién nacidos de menor nivel, cuentan con especialistas con experiencia en el tratamiento de recién nacidos con mayores riesgos y complejidad médica. 

Sin embargo, en Nuevo México no existe una definición legal de lo que constituye una UCIN de nivel 3. El estado no tiene una autoridad de supervisión legal o reguladora específica para las UCIN. Tampoco juega un papel en certificar las UCIN ni monitorear los resultados de los recién nacidos. El estado no ha realizado inspecciones de las instalaciones de ninguno de los tres hospitales de Albuquerque con unidades de cuidados intensivos neonatales y tampoco ha analizado las tasas de mortalidad neonatal de las mismas, según reconoció James Walton, portavoz del Departamento de Salud del estado. 

El Departamento de Salud de Nuevo México recopila algunos detalles de los hospitales relativos a las madres y los recién nacidos, entre ellos, qué madres recibieron tratamientos de infertilidad para quedar embarazadas, si el parto fue inducido y si el parto fue por cesárea. Sin embargo, el Estado no puede imponer sanciones a los hospitales que no comuniquen esos datos, según confirmaron los funcionarios del Departamento de Salud.

Por ejemplo, New Mexico In Depth y ProPublica identificaron una discrepancia en los informes de Lovelace sobre los casos de ECN, la peligrosa condición intestinal. Lovelace únicamente informó acerca de cuatro casos de ECN neonatal al Departamento de Salud entre 2015 y 2019, pero en los registros de admisión de la UCIN de la Universidad de Nuevo México aparecen 11 bebés que fueron transferidos desde Lovelace con ECN durante esos años, incluidos cuatro tan solo en 2019.

Goodman ayudó a Nuevo México a Fondo y a ProPublica a analizar las estadísticas de nacimientos y muertes del Departamento de Salud. 

A nivel nacional, las disparidades en los resultados entre las instituciones no siempre son claras. Las posibilidades incluyen un grupo de pacientes más enfermos y una atención menos eficaz, dijo Goodman. 

Lovelace declinó repetidamente identificar los factores demográficos o de los pacientes que podrían explicar la disparidad en las tasas de mortalidad de bebés extremadamente prematuros de los hospitales. 

Según los expertos, para identificar estos factores es necesario revisar cuidadosamente los historiales médicos de los pacientes. New Mexico in Depth y ProPublica no tuvieron acceso a dichos expedientes. No obstante, estas organizaciones de noticias intentaron identificar posibles explicaciones utilizando los datos que Lovelace y Presbyterian reportaron al Departamento de Salud del estado desde 2010 hasta 2019.

Los bebés que nacen entre las 21 y 23 semanas de gestación suelen morir poco después del parto, y las prácticas de reanimación para este grupo de edad varían, lo que podría dar lugar a resultados diferentes. Pero la disparidad de la tasa de mortalidad, de 2 a 1, persistió cuando el análisis incluyó sólo a los bebés nacidos entre las 24 y 27 semanas de gestación, que tienen menos probabilidades de morir poco después del parto. El número de gemelos y trillizos extremadamente prematuros, a los que a menudo les va mal, tampoco explica la disparidad de la tasa de mortalidad. Tampoco lo hicieron las diferencias de raza o etnia de las madres, las terapias prenatales u otros factores de riesgo potenciales para bebés extremadamente prematuros, las cuales incluyen la proporción de nacimientos de niños, madres adolescentes, madres que se sometieron a tratamiento de infertilidad o parto inducido, o madres que tuvieron partos por cesárea.

Pettes afirmó que para todos los recién nacidos internados en la UCIN, incluidos los bebés de bajo riesgo a término y los prematuros, la tasa de mortalidad neonatal de Lovelace es “significativamente inferior a la media nacional” y ha disminuido con el tiempo. “En conjunto, nuestra tasa de mortalidad es menos de la mitad del promedio nacional de las UCIN”.

Sin embargo, de acuerdo con los datos del Departamento de Salud, los bebés nacidos a término representan una proporción mucho mayor de la población de la UCIN del hospital comparada con los recién nacidos extremadamente prematuros, lo que oculta la tasa de mortalidad de los bebés de mayor riesgo del hospital.

Pettes no quiso compartir la referencia nacional que citó de la Red Oxford de Vermont, una unidad de investigación de cuidados intensivos neonatales. La red sólo revela los resultados de los hospitales miembros y rechazó la petición de las organizaciones de noticias de conocer las tasas de mortalidad de los bebés extremadamente prematuros de Lovelace y Presbyterian. 

Pettes también objetó a la comparación que hicieron las organizaciones de noticias relativas a las tasas de mortalidad de todo el hospital.

Pettes reveló que, durante 2015-2019, el 22 % de los bebés de Lovelace con un peso extremadamente bajo al nacer murieron tras su ingreso en la UCIN. 

Sin embargo, Goodman dijo que los índices de la UCIN no son un reflejo real de los resultados de un hospital.

“En nuestra investigación… incluimos a todos los bebés extremadamente prematuros que mueren”, añadió. “Son atendidos por el equipo de la UCIN y son responsabilidad del equipo de la UCIN, estén o no ingresados administrativamente en la unidad de cuidados intensivos neonatales de un hospital”.

Lovelace no proporcionó una tasa de mortalidad de todo el hospital para estos bebés frágiles.

Las tasas de mortalidad de todo el hospital son indicadores importantes porque las prácticas de la unidad de partos también pueden afectar a la supervivencia, y los bebés que mueren en la UCIN no siempre se registran como muertes de esa unidad, señaló un clínico del Lovelace.

A las organizaciones de noticias les resultó imposible comparar los datos de la UCIN entre los hospitales. Presbyterian no quiso facilitar la tasa de mortalidad de su UCIN. Asimismo, la información de las actas de nacimiento y defunción mostraron discrepancias en las estadísticas del Departamento de Salud relacionadas con los ingresos a la UCIN. Los expertos afirman que los bebés extremadamente prematuros que sobreviven el parto siempre deberían ingresar a las UCIN, pero las organizaciones de noticias encontraron bebés de los que no había registro de ingreso en la UCIN, ni certificado de defunción. 

Los hospitales no reconocieron ni explicaron las discrepancias. 

Ilustración fotográfica de Shoshana Gordon/ProPublica; Fuentes de las imágenes: Shaun Griswold y Marjorie Childress/New Mexico in Depth y efigie sobrepuesta de Flickr

“Especiales de Lovelace”

El hospital Lovelace trasladó a la UCIN de nivel 4 de la Universidad de Nuevo México más del triple de recién nacidos que el Presbyterian, según muestran los registros de admisión de esa institución. Diez de los traslados de Lovelace eran bebés de muy bajo peso al nacer y tres de ellos murieron en la UNM. Ninguno de los bebés trasladados por el Presbyterian era extremadamente prematuro o de muy bajo peso al nacer.

La información relativa a los traslados de neonatos puede ayudar a los reguladores a identificar los centros que no satisfacen las necesidades de los bebés, o a encontrar problemas que los hospitales deben resolver, dicen los expertos.

La comparación de los registros de entrada de la unidad de cuidados intensivos neonatales de la Universidad de Nuevo México con los datos estatales mostró que cerca del 90 % de los traslados de Lovelace y Presbyterian a la UNM no se capturaron en las estadísticas del Departamento de Salud, debido a que el estado sólo exige que los hospitales informen de los traslados que se producen en las primeras 24 horas después del parto.

“Si no tienes los datos, no puedes hacer cambios”, dijo el Dr. Scott A. Lorch, profesor de pediatría y presidente asociado de la División de Neonatología del Hospital Infantil de Philadelphia, y una de las principales autoridades en materia de resultados de las UCIN.

En el Hospital de la Universidad de Nuevo México, a los bebés que llegaban en estado grave se les llamaba a veces “especiales de Lovelace”, según dos antiguos médicos de la UCIN de esa institución que pidieron que no se les nombrara por miedo a las represalias.

Algunos de los bebés de Lovelace que tenían ECN llegaron a la UNM sin informes de rayos X necesarios, o con radiografías tomadas desde ángulos que pueden pasar por alto los signos de un empeoramiento de la condición, dijo un radiólogo pediátrico de la UNM.

“Eso es lo que yo he visto basándome en las imágenes: los pacientes solían llegar a la UNM en estados más avanzados de ECN”, dijo el radiólogo. A diferencia de la UNM y el Presbyterian, Lovelace no cuenta con un radiólogo pediátrico en su plantilla de personal, señaló el radiólogo. Lovelace se negó a comentar al respecto.

Uno de los dos antiguos médicos de la UNM comentó que cuando los bebés llegaban de Lovelace, “no teníamos ni idea de lo que nos esperaba”.

Los médicos cuestionaron no sólo el número de traslados de recién nacidos, sino también la sincronización. 

A veces, Lovelace es demasiado lento para enviar a los bebés en crisis al Hospital de la UNM, donde se les puede operar si es necesario, dijeron cuatro médicos tanto de Lovelace como de la UNM. Lovelace no quiso comentar acerca de esa alegación.

El ritmo del traslado es importante porque la ECN puede evolucionar en cuestión de horas desde síntomas sutiles hasta una afección potencialmente mortal que requiera una intervención quirúrgica de urgencia. No es raro que las UCIN de nivel 3 tengan cirujanos de guardia o cuenten con un acuerdo de traslado con otros hospitales. Sin embargo, si un cirujano no puede realizar procedimientos de emergencia en el mismo lugar, los traslados oportunos a hospitales quirúrgicos pueden ser una cuestión de vida o muerte.

De los 18 bebés con ECN que fueron trasladados a la Universidad de Nuevo México desde 2012, 15 procedían de Lovelace. No existe una norma estricta para cuándo se debe trasladar a un bebé enfermo a un centro de mayor nivel, pero los registros de los traslados muestran que de los 15 bebés de Lovelace enviados a la UNM, 12 estaban en un estado que requerían cirugía cuando llegaron allí, y dos, una niña de 5 días y un niño de 12 días, murieron a las pocas horas de su llegada. Sólo un bebé de Lovelace con ECN fue trasladado y sobrevivió sin cirugía.

Cuando la ECN se detecta a tiempo, puede tratarse con antibióticos, dijo un antiguo médico de la UNM. “Pero no hay que esperar a que estén tan, tan, tan enfermos y luego intentar enviarlos”, dijo el clínico.

“Simplemente esperan demasiado”, dijo el clínico de Lovelace que presenció la muerte del niño, refiriéndose a los casos que este médico manejaba. “Bebés que de otro modo podrían haber sobrevivido no lo hicieron porque no los llevaron a un lugar donde pudieran tener un cirujano si lo necesitaban”.

El ex clínico de la UNM añadió una explicación clave: “Realmente es de ahí de donde provienen muchos de los niños, especialmente los de Lovelace, es por no tener esos cirujanos pediátricos disponibles”.

¿Lovelace tiene un cirujano pediátrico?

La cuestión de si Lovelace tiene, de hecho, un cirujano pediátrico de planta, como en el caso del Presbyterian, es objeto de debate. 

En marzo de 2019, el Departamento de Salud de Nuevo México y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades informaron a Lovelace que una encuesta de los hospitales de maternidad y neonatología del estado había concluido que Lovelace no estaba operando una UCIN de nivel 3, sino una sala de recién nacidos especial de nivel 2. Los funcionarios estatales basaron su conclusión en la falta de un cirujano pediátrico y de un anestesista pediátrico en ese hospital.

Los administradores del Lovelace apelaron con éxito esa determinación, alegando en un correo electrónico que obtuvieron las organizaciones de noticias que entre los “proveedores disponibles” en Lovelace había un cirujano pediátrico y otros expertos “en las instalaciones las 24 horas todos los días”.

Sin embargo, los médicos del Lovelace comentaron a New Mexico in Depth y a ProPublica, que esa declaración era engañosa.

“Llevan casi una década diciendo que tendrán a un cirujano pediátrico”, dijo un clínico de Lovelace.

En algunos estados se exige que los hospitales respalden ese tipo de declaraciones con documentación. Pero los correos electrónicos indican que el Dr. Thomas Massaro, director médico del Departamento de Salud del estado, impidió que otros miembros del personal de esa entidad pidieran a Lovelace que proporcionara los nombres y las certificaciones de sus médicos especialistas. Massaro informó a New Mexico In Depth y a ProPublica que, “Ni nosotros ni los CDC exigimos documentación de ninguna de las declaraciones o presentaciones de los hospitales”.

Existe una razón por la cual los hospitales luchan para tener la categoría de 3er. nivel.

El Hospital de Mujeres Lovelace abrió su UCIN de $11 millones de dólares en septiembre de 2007, posicionándose para competir con los hospitales Presbyterian y de la Universidad de Nuevo México en el lucrativo mercado de la atención médica aguda para recién nacidos a nivel estatal. Lovelace se comercializa como un hospital materno y neonatal de vanguardia. A los futuros padres se les informa que, en caso de que algo vaya mal, hay especialistas médicos en maternidad y neonatología para proporcionarles una atención experta. Al frente de esa promesa está la “Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales de Nivel 3”.

A los bebés extremadamente prematuros que se atienden en la UCIN se les conoce como “bebés de un millón de dólares”, dijeron varios médicos. Esa no es una exageración: las hojas de precios del hospital sugieren que la atención de estos bebés puede brindarle a Lovelace más de $1.2 millones de dólares por bebé de parte de las aseguradoras.

Los cuidados intensivos neonatales han aportado mucho dinero a Lovelace y a su empresa matriz privada, Ardent Health Services, con sede en Nashville. Según datos del estado, entre 2015 y 2019, las instalaciones de Lovelace que cuentan con 53 camas recibieron más de $99 millones de dólares en pagos de Medicaid para la atención de pacientes de la UCIN, mientras que la UCIN de 58 camas de Presbyterian recibió $75 millones de dólares durante el mismo período.

“No es secreto que la UCIN es la gallina de los huevos de oro del Hospital de Mujeres Lovelace”, afirma Wendy Walter, antigua enfermera en jefe de la UCI de adultos de Lovelace, que “echaba una mano” cuando la UCIN tenía poco personal. (Walter fue despedida por el hospital en enero por trabajar más horas de las autorizadas. Ella sostiene que trabajaba horas adicionales al final de sus turnos para documentar adecuadamente los tratamientos de los pacientes).

Meses después de que defendiera con éxito su estatus de nivel 3, Lovelace fue más allá, informando al Departamento de Salud del estado el año pasado de que el centro merecía ser reconocido como una UCIN de nivel 4. Eso podría ponerla en competencia con la Universidad de Nuevo México, donde los bebés extremadamente prematuros pueden aportar más de $2 millones de dólares por bebé. 

En un correo electrónico del 10 de enero de 2020 a Massaro, el Dr. Abraham Lichtmacher, director de servicios para la mujer de Lovelace, escribió que el hospital ahora contaba con “cirugía pediátrica, que está representada por los cirujanos pediátricos de la UNM, ya que estos han finalizado y obtenido sus privilegios en el Hospital de Mujeres Lovelace, lo cual les permite realizar sus procedimientos en las instalaciones”.

Tres médicos actuales y antiguos de Lovelace expresaron su consternación por el hecho de que un administrador del hospital hiciera tal afirmación.

“No tienen personal de apoyo quirúrgico ni enfermeras de cirugía pediátrica, ni siquiera un lugar para realizar cirugías de bebés”, dijo uno de ellos. 

Unas semanas después de que Lichtmacher enviara un correo electrónico al estado, el Dr. Jason McKee, cirujano pediátrico de la UNM, contradijo la afirmación de Lichtmacher en una entrevista con New Mexico In Depth y ProPublica. Cuando se le preguntó si tenía privilegios quirúrgicos en Lovelace, McKee comentó lo siguiente a las organizaciones de noticias a principios de 2020: “Tengo privilegios de consulta en el Lovelace, así que puedo ir a ver a un niño, pero por ahora no operamos allí”.

McKee no se comprometió cuando se le preguntó si eso cambiaría en un futuro próximo, pero señaló que requeriría que Lovelace contratara personal de apoyo quirúrgico. 

Recientemente, Lovelace se negó a decir si se han realizado cirugías pediátricas en el hospital o si cuenta con personal de apoyo quirúrgico para llevar a cabo dichas operaciones. 

“Tenemos, y seguimos manteniendo, la disponibilidad de cirujanos pediátricos para nuestros pacientes, pero nos remitimos al juicio clínico del cirujano en cuanto al mejor lugar para que esas cirugías se lleven a cabo para lograr los mejores resultados para el paciente”, escribió en un correo electrónico Pettes, la vicepresidenta de marketing de Lovelace. No quiso decir si Lovelace empleaba a un cirujano pediátrico o a personal de apoyo para cirugía pediátrica, ni tampoco si se han realizado cirugías neonatales en Lovelace en los últimos años.

Los listados de empleo de Hospital de Mujeres Lovelace publicados tan recientemente como el 27 de febrero, afirmaban que el hospital “espera establecer la Cirugía Pediátrica en el futuro”. 

La última vez que Lovelace solicitó que el Departamento de Salud reconociera a su UCIN como centro de nivel 4 fue en agosto, según Walton, el portavoz del departamento. 

Lovelace se negó a comentar acerca de sus esfuerzos por ser reconocido como hospital neonatal de nivel 4. 

Un documento del Departamento de Salud de noviembre de 2020 seguía catalogando a Lovelace como centro neonatal de nivel 3. 

Ilustración fotográfica de Shoshana Gordon/ProPublica; Fuentes de las imágenes: Shaun Griswold y Marjorie Childress/New Mexico In Depth y Jennifer Pack via Flickr

Por qué Lovelace podría quedarse atrás

Una situación que, según los expertos, puede causar disparidades en los resultados de los centros neonatales es la cantidad de pacientes que se atienden, o lo que los investigadores denominan “volumen de pacientes”. 

Los hospitales que atienden a un mayor número de bebés de alto riesgo obtienen mejores resultados, probablemente producto de su experiencia, dijo Lorch, la autoridad en resultados de unidades de cuidados intensivos neonatales. Los expertos también indican que los equipos deben practicar el trabajo en conjunto para satisfacer las necesidades de los bebés de alto riesgo. 

Aunque no está claro si el volumen de pacientes fue un factor en las mayores tasas de mortalidad entre los bebés más pequeños en Lovelace, el hospital tenía menos de la mitad del volumen de pacientes de bebés extremadamente prematuros comparado con Presbyterian. Cada año entre 2010 y 2019, nació un promedio de 16 bebés extremadamente prematuros en Lovelace, mientras que en Presbyterian fueron 38.

Las investigaciones de Lorch y otros demuestran que el volumen de pacientes puede predecir las tasas de supervivencia de los bebés “muy” prematuros más desarrollados, aquellos que nacen entre las 28 y las 32 semanas de gestación. 

“Hay que tener experiencia en el cuidado de esos bebés”, afirma la Dra. Ann Stark, profesora de la Facultad de Medicina de Harvard y pionera de las directrices de la Academia Americana de Pediatría sobre los niveles de atención neonatal.

Aún no se ha estudiado el papel que desempeña el volumen de pacientes de los hospitales en la supervivencia de los bebés extremadamente prematuros, es decir, los que nacen antes de las 28 semanas de embarazo. Pero las investigaciones han demostrado que dedicar un equipo clínico experto a la atención de los bebés extremadamente prematuros puede mejorar los resultados. Al respecto, podría no tener sentido que en Albuquerque haya tres hospitales a pocos kilómetros de distancia que atienden a un número relativamente pequeño de bebés extremadamente prematuros, dicen varios expertos.

“Tal vez contar con un centro de gran volumen sea mejor que tener dos o tres centros que atiendan a esos mismos bebés”, dijo el Dr. José Antonio Pérez, profesor clínico de pediatría de la Universidad de Washington en Seattle y director médico de la UCIN del Centro Médico Swedish Issaquah.

Una de las formas en que los hospitales neonatales mejoran la calidad de la atención después de que las cosas vayan mal es al convocar revisiones formales de casos de morbilidad y mortalidad del personal. Los organismos reguladores de Nuevo México no exigen revisiones de casos de ese tipo, pero el personal de la UCIN tanto del Presbyterian como de la UNM las elabora de todos modos. 

Los funcionarios de Lovelace se rehusaron repetidamente a informar si ellos las hacen.

New Mexico In Depth y ProPublica preguntaron a ocho médicos actuales y antiguos que trabajaron en la UCIN de Lovelace durante la última década si habían participado en las revisiones formales de casos de morbilidad y mortalidad del personal de Lovelace. Ninguno lo había hecho. Estas personas hablaron con las organizaciones de noticias sin autorización del hospital.

Sería “atroz” que un centro no llevara a cabo revisiones formales de casos de morbilidad y mortalidad del personal, dijo Goodman.

“Cada recién nacido con un evento significativo, ya sea la muerte o una morbilidad significativa que podría incluso estar relacionada con la atención administrada, creo que todos ellos requieren una discusión cuidadosa para ver si existe alguna causa en el sistema”, dijo Goodman.


Hannah Fresques, editora adjunta de datos de ProPublica revisó el análisis.

Traducción: Mati Vargas-Gibson

Corrección de estilo: Deya Jordá Nolan

Leave a Reply